Independientemente de las historias que rodean su creación, el haiku de la rana en el estanque de Matsuo Basho es considerado el modelo a seguir en la redacción de haikus.
Esta composición poética es producto de la singular experiencia en la que el ser es testigo, a la manera del que contempla a la diosa desnuda desde los juncos, de un vislumbre del secreto detrás de la naturaleza que por un instante aprehendemos asombrados. La epifanía en la que rozamos el misterio.
Se dice que el mismo Basho ya en su lecho de muerte se refirió a él:
"Este es mi poema de despedida, puesto que he constituido mi propio estilo con este verso. Desde entonces he hecho miles de versos, todos con esta actitud".
En efecto, la presenciación de un fenómeno vibratorio como este que se produce al zambullido de una rana, visto con algo más que la mera mirada, ha generado además de ondas en el agua, mitos como el de Eco y Narciso; flotando también sobre el Génesis bíblico, la Via Speculum, El Espejo del Arte y múltiples abstracciones filosóficas, psicológicas así como experiencias místicas, hasta reencontrar su propio eco en las recientes teorías de la física cuántica.
Volvemos a decir que la naturaleza es el espejo por excelencia y el agua su forma más concreta. También diremos que somos seres anfibios, esto, en un sentido más que metafórico.
Concluiremos además con que ver no es sólo mirar y que escribir un haiku es algo más que caminar una senda con los pies en la tierra.
sonido de agua
sólo se ven las ondas
en el estanque